Josu Mujika, panadero

Quien esté leyendo estas líneas pensará que nuestro Josu Mujika tiene un oficio oculto, o una afición secreta, además de ser un famoso bailarín y actor, conocido coreógrafo, gran profesor y, sobre todo, un magnífico difusor del amor por la danza en cientos de personas de todas las edades en el Bajo Deba y más allá (si es que hay un más allá aparte del Bajo Deba…).

Pero no, simplemente quiero comenzar este homenaje a Josu con una anécdota que sucedió hace unos años y que define su carácter. Además, me da pie para hablar sobre nuestra relación en estos últimos años.

Allá por el 2018, un joven bailarín acababa de llegar a Dantzaz. El recién llegado solía vestir unas camisetas, serigrafiadas por él mismo, en las que dejaba claro cuál era su intención hacia el futuro (y, de hecho, a día de hoy puedo decir que lo está cumpliendo): hacer sus propias creaciones coreográficas. Así, en la espalda de sus camisetas serigrafiaba su nombre y su futura profesión: coreógrafo.

En ese momento, nos encontrábamos en los estudios de danza de Dantzagunea en Renteria, en pleno periodo de creación de Basoa, una producción basada en la memoria histórica y en los y las refugiadas. Josu estaba en uno de “sus momentos creativos”, en busca de inspiración, caminando, buscando, girando, gesticulando, saliendo y entrando de la sala. De repente, casi sin querer, el bailarín se cruzó en su camino. Josu leyó la camiseta y una estruendosa carcajada (como siempre suelen ser las suyas) resonó por todo Dantzagunea, acompañada de su vozarrón diciendo: “¡¡Ya sé cuál va a ser mi próxima camiseta! ¡Josu Mujika: panadero!”

Y siguió caminando por los pasillos de Dantzagunea, sin parar de reírse de su propia ocurrencia, repitiéndola de vez en cuando: “¡jua, jua, panadero! ¡Josu Mujika: panadero!”, para después volver al estudio con nuevas ideas y fuerza creativa.

De esta pequeña anécdota podemos advertir varias de las características de Josu: divertido, creativo, irónico, capaz de gestionar y dirigir grupos, cercano, alegre, cordial.

Pero me gustaría estirar un poco el símil de la panadería para seguir hablando de su carrera: del tiempo de amasado, de las fermentaciones, de los sabores, del proceso artesanal, de la paciencia, la energía y el fuego de los hornos.

Conocí a Josu allá por 2011, cuando era el responsable de los talleres creativos escolares en Dantzaz, además del coreógrafo de una pieza que se hizo realmente exitosa y viajó por muchos lugares del Estado y de Europa llevando el espíritu de Joseba Sarrionandia con ella: NAUFRAGOAK.

En los talleres escolares (más de 1000 niñas y niños cada año), Josu realizaba una coreografía diferente para cada aula participante en cada curso escolar, lo que suponía entre 50 y 70 creaciones anuales. Eso sí, sin perder el espíritu panadero y artesano, de manera cercana, adaptando cada creación a cada clase, con la energía y el calor necesarios, pero con paciencia para integrar a todos los componentes del grupo.

Con su ironía particular, solía definirse como “el motociclista de Tele-Coreo”, que llevaba coreografías hechas a medida para cada centro escolar. Como veis, panadero, y también pizzero.

Cuando creamos TXORIAK, una creación que estrenamos en la playa de Lekeitio usando como referente la vida y la obra de Mikel Laboa, pude conocer más sobre su vida. Su relación con Laboa desde sus tiempos de médico y sus coincidencias en varias etapas. Cocción lenta, relaciones interpersonales, el tiempo… todos ellos fueron ingredientes de una creación especial, en la que tuvimos un acompañante que encajó a la perfección con Josu: Iñaki Salvador. Ambos manejaron los tiempos de la fermentación y los ingredientes necesarios para que TXORIAK saliera del horno y, de nuevo, recorriera el mundo con los aromas de Mikel Laboa, llegando a muchas ciudades y pueblos. En la memoria queda una cena mágica, tras el estreno en la playa de Lekeitio, en la que compartimos anécdotas y muchas carcajadas con todo el equipo técnico y artístico, y con la maravillosa compañía de Marisol Bastida, la compañera de vida de Mikel Laboa.

En la temporada 2014-2015 nos llegó una propuesta muy especial en la que ligamos a Eibar, a su equipo de fútbol recién ascendido a primera división, y la creación artística: el proyecto 4milpasos. Josu tuvo la oportunidad de cocrear con otros y otras artistas de diversos lugares de la península: Andalucía, Madrid, Cataluña, Valencia, y de amasar todos esos ingredientes en una coreografía que se realizó una sola vez en el Teatro Coliseo. Un estreno mundial que hacía homenaje a una ciudad y un estilo de vivir y de hacer.

En 2018-19 tuvimos una idea para una producción realmente especial, de la que parte la anécdota que escribía al inicio: intentar ligar de manera conceptual y artística lo sucedido tras la Guerra Civil en el Camp de Gurs y lo que actualmente sucede en el Mediterráneo. Memoria Histórica y el drama de los y las refugiadas. Memoria que es actualidad. De nuevo, las artes de nuestro panadero se pusieron en marcha en una coreografía que rompió moldes y traspasó fronteras en cuanto a formatos: el cine y la danza se dieron la mano.

Aun y tras la pandemia, nos ha dado tiempo para hornear otra producción totalmente ligada a los fogones: MENU. Cinco cocineros/as, con ideas muy locas, salen por las calles de los pueblos y las ciudades para danzar sus ocurrencias culinarias y compartirlas con la gente. Josu Mujika: Panadero en su máxima expresión.

Sonrisas, cercanía, creatividad, amor por la danza y por lo bien hecho, positividad… son ingredientes que Josu ha aportado a los y las más de 150 bailarines que han pasado por Dantzaz. Y, aunque no puedo dar datos certeros sobre ello, sé que ha aportado esos mismos ingredientes a cientos y cientos de personas en el Bajo Deba para vivir y disfrutar de la danza.

Y debo señalar algo fundamental: cada vez que Dantzaz ha llegado a Eibar con una de sus producciones, siempre hemos tenido numerosas personas que vienen a vernos empujadas por Josu y su labor de todos estos años en el Bajo Deba. Cientos de amantes de la danza en todas sus vertientes, practicantes de una danza que es parte de la vida cotidiana, como cotidiano se ha hecho que Josu forme parte de nuestras vidas.

En este caso, y para terminar el símil con el pan, deberíamos decir que Josu ha colaborado muchísimo para que tengamos “la danza nuestra de cada día”.

Mila esker, Josu, bihotz-bihotzez.

Fernando Saenz de Ugarte