El día que conocía a Walter Tuzzeo

El día que conocí a Walter Tuzzeo no fue la primera vez que lo vi. Aquel día teníamos un concierto, y mi prima se acercó a vernos con quien después sería su marido. Tuvimos problemas técnicos con el equipo de sonido, y él se ofreció para echarnos una mano. En ese momento pensé, “¿a dónde va este?”, y lo despaché amablemente haciendo ver que teníamos la situación controlada. ¡Qué sacrilegio! Si aquel día hubiera sido el día que conocí a Walter Tuzzeo, además de haber tenido un sonido impecable, no hubiéramos tocado ese concierto con los amplificadores estropeados.

En 1999, Walter dejó su Mussomeli (Sicilia) natal, dada su pasión por la música, para formarse como Técnico de Sonido y labrarse una carrera profesional en Milán. Cuando terminó sus estudios, trabajó durante años en la ADC (Cooperativa de Dobladores Cinematográficos) realizando doblajes para films italianos e internacionales, así como colaboraciones con empresas audiovisuales de la talla de Mediaset y Sky. Su innata capacidad musical, también le permitió participar en diversas películas poniendo la banda sonora. Tras muchos años ejerciendo como Técnico de Sonido en el Teatro No´hma y en el Estudio Artika de Milán, en 2009, el afán de aprendizaje continuado y la motivación por especializarse (aún más) lo llevaron a emprender un viaje a Nueva York, en la búsqueda de un futuro que le abriera puertas internacionales. Caprichos del destino, allí conoció a una eibarresa por la que dejó Milán para instalarse juntos en Eibar en 2011. Al poco tiempo de llegar, comenzó a sonorizar espectáculos tanto en el Coliseo de Eibar como en infinidad de directos en exteriores y teatros de otras localidades (Durango, Bilbao, Iruña…). Su último trabajo fue el pasado 16 de marzo, sonorizando un concierto de la Bizkaia Big Band en Bilbao. Lamentablemente, dos días después, un fatídico 18 de marzo de 2024, la luz de Walter se apagó. Ahora, su influencia y enseñanzas inspiradoras permanecen como un marcado legado.

En 2013, Walter se hizo cargo del estudio de grabación de la AMJE (Asociación de Músicos Jóvenes Eibarreses), de la que actualmente era presidente, en Legarre. Tras ocuparse personalmente de llevar a cabo, junto a la inestimable ayuda y compañía de Javi Mellado, una reforma integral del estudio, tanto estructural como en cuanto al equipamiento, en 2014 LegarRec se puso en funcionamiento. Dotado de un nivel técnico de profesionalidad a la altura de otros estudios de renombre, por LegarRec han pasado bandas y solistas de toda índole y género musical, desde grupos con amplia trayectoria y discos en el mercado hasta aquellos que pisaban un estudio de grabación por primera vez. Gracias a su exquisito gusto por hacer las cosas bien y su profundo conocimiento de la música, Walter era capaz de sacar lo mejor de cada músico y obtener el mejor resultado, siempre dentro de un ambiente acogedor que facilitaba las cosas y hacía sentir cómodos a todos. Creaba auténtica magia. Entre los músicos que han pasado por sus manos están: Eibarko Koro Gaztea, Trío Medianoche, The Vartools, Mirari, The Rockos, Norman, Euskelga, Kvalvika, Norte Flamenco, A Tuti Plain, Mikel Urkola, Pit, Ustekabe, Aereoscremer, Cerebral Effusion, Jasan, Judas Argarate…  por citar algunos.

Además de ser un reconocido Técnico de Sonido entre sus compañeros del sector, Walter era un músico polifacético. Virtuoso bajista, también tenía una incondicional destreza para tocar la guitarra, el piano, la armónica, la batería… cualquier otro instrumento o aparato del que se pudiera extraer sonido. Era el teclista de The Vartools y como bajista también formó parte, en diferentes momentos de su vida en Eibar, de grupos como Seafoid, Euskelga, EH Sukarra, Rumbo Paraíso, Markos Untzeta… Además, realizaba colaboraciones esporádicas en discos y conciertos con otros músicos.

La huella que Walter nos deja no está solo ligada a su talento profesional y musical. Walter es y será recordado por su bondad, su amabilidad, su alegría, el respeto al prójimo, su humildad y por entrar de lleno en las vidas de las personas que tuvimos el privilegio de conocerlo. El siciliano eibartarra que siempre estaba disponible para todos y, sin pretender nada a cambio, prestaba su ayuda a los demás.

Es curioso, pero recuerdo perfectamente cada instante y cada frase de conversación que disfruté con él la última vez que estuvimos juntos (me consta que le ha pasado a muchísima gente). Efectivamente, envueltos en una de esas largas charlas que tan habitual era tener con Walter, en las que el tiempo parecía detenerse. Todavía me resuenan en la cabeza sus palabras, con ese dulce acento siciliano. También recuerdo el fundido abrazo que nos dimos al despedirnos como siempre hacíamos, ojalá no hubiera sido el último.

Hoy, con retrospectiva, puedo asegurar que, aunque aquel día que vi a Walter por primera vez no lo conocí, fue un verdadero regalo poder hacerlo después. Aquel día, aun cuando no lo conocí, él se mostró tal como era: altruista, músico, profesional, cómplice de su inseparable compañera de viaje. Quienes tuvieron la suerte de conocerlo saben perfectamente de lo que hablo, pero para aquellos que no, que sirvan estas líneas de forma que, al menos un poquito, sí sea el día que conocieron a Walter Tuzzeo.

Jon Vazquez