Club Deportivo Eibar. 100 años con la ciudadanía

No es fácil recopilar en unas pocas páginas la historia de una asociación como el Club Deportivo Eibar, que este año cumple cien años, pero para entender lo que es hoy en día son necesarios evocar o dar a conocer diversos pasajes y cambios, ya que el Deportivo, al igual que nuestra sociedad y el mundo, ha experimentado numerosos cambios en su trayectoria de un siglo. Como todas las cosas, el Club Deportivo Eibar también tuvo su inicio.

En el primer libro de actas que se conserva en su archivo podemos ver cómo el 30 de enero de 1924 se celebró la reunión fundacional del Club. En aquella reunión, que estuvo presidida por Cándido Arrizabalaga, se expresó el deseo de crear un equipo que tuviera como objetivo reunir a personas amantes del atletismo, el ciclismo y la montaña, además de coros para animar las salidas. A partir de estos tres deportes han pasado otros y muchos permanecen (Pelota, Buceo, Ajedrez, Esquí, Espeleología, Squash), y también se ha actuado en el ámbito cultural (Grupo de Danzas Kezka, Fotografía, Cultura, Archivo) y en algunos momentos tuvieron mucho que hacer en otras áreas (Biblioteca, Natación…).

El grupo se crea bajo el nombre de «Club Deportivo de Eibar», formando una junta de gobierno en la que actuará como presidente José Lascurain. La única cuestión que se relaciona en la reunión es la cuota de socio, cuyo precio se fija en peseta y media. Así que aquel 30 de enero se dan los primeros pasos en el Club en torno a estos tres deportes, iniciando el camino de una asociación que hoy en día va más allá del deporte.

Hoy en día no podemos entender nuestro país sin la carrera ciclista y prueba de ello es la etapa de la Itzulia que cada año pone a Eibar en el centro del mundo del ciclismo. Pero para llegar hasta aquí se ha recorrido un largo camino que no podemos entender sin conocer las ganas que había de organizar carreras y días del pedal por el Club recién fundado.

En 1924 se celebró la llamada «Fiesta del pedal» y se creó rápidamente una red para organizar carreras y fiestas tanto con la Federación Española de Ciclismo como con las asociaciones ciclistas de los pueblos vecinos. Entre estas localidades podemos destacar Durango o Bergara y también el Club Deportivo Txapel-Gorri, S.D. Urazurrutia o el Sparta Club de Gallarta.

Como anécdota podemos destacar las llamadas «Carrera de lentitud» que se celebraban en estas fiestas. Las curiosidades se produjeron en el primer día de pedal en Untzaga, donde ganaba el que más tiempo hacía recorriendo 200 metros.

Sin embargo, la decisión de organizar una carrera que atrajo a ciclistas profesionales al pueblo es posterior a la guerra. El Club ya colaboró anteriormente en otras carreras y realizó labores de organización pero hay que destacar la SUBIDA a ARRATE que extendió su nombre por el mundo.  El 20 de abril de 1941 se celebró la I Subida a Arrate dentro de la fiesta conocida como «Día del Finalista». En esta primera edición no compitieron ciclistas profesionales, pero no pasó mucho tiempo hasta que pudimos ver a corredores como Bahamontes o Pulidor en las pendientes de nuestro pueblo. La historia de la subida a Arrate está relacionada con muchas curiosidades y pasajes relacionados con Juan Gisasola «Txoko» y su equipo de trabajo. Al hilo de esto vienen, aunque tras muchos cambios, la Euskal Bizikleta y la actual Euskal Herriko Itzulia (!!).

Tanto desde los primeros años como en la actualidad las actividades que más gente atraen giran en torno al monte. No se puede entender al Club Deportivo Eibar sin su vinculación con la montaña. La primera actividad relacionada con la montaña fue el concurso de los 100 montes. Entre 1925 y 1929 había que subir cien montañas de Euskal Herria, rellenando las fichas de las veinte que había que subir cada año.
Estos momentos previos a la guerra están muy relacionados con la participación de las mujeres, haciendo concursos de montaña, en carreras ciclistas, como miembro de la directiva,…
En aquella época no existía la tecnología que tenemos hoy para asegurar que este año se han subido los 312 montes, así que se utilizaban los buzones de montaña que hoy los más jóvenes no saben para qué son.  Allí se depositaba el carné del Club con los datos personales y se recogía el resto de los allí presentes, para posteriormente enviar estas tarjetas al resto de clubes, comprobando así el ascenso de los diferentes montañeros. No se pueden dejar de mencionar las diferentes fotografías de los diferentes montes, deportes y entornos cedidos por Indalecio Ojanguren.  Es difícil calcular con el sistema que él mismo creó cuántas fotos se tomó a sí mismo en diferentes cimas de montaña.  Estas fotografías son un gran tesoro del fondo del archivo del Club.

Pero como ya hemos mencionado anteriormente, el monte desde el principio ha atraído gente y ha destacado por sus actividades. Siempre ha sido un Club relacionado con la ciudadanía. Varios clubes de aquella época mantenían vínculos con partidos políticos pero el Depor se alejaba de todos ellos. Desde su fundación y hasta el día de hoy se han organizado cientos de salidas, tanto a los montes de alrededor, como a los que están más lejos, tanto para jóvenes como para mayores. Esto ha tenido un gran valor a lo largo de estos cien años , consolidando su carácter de asociación y creando comunidad.

Para terminar con los deportes fundacionales, nos queda el atletismo. A día de hoy sigue en marcha el club de atletismo, dando la oportunidad a  jóvenes de la localidad de conocer y practicar este deporte al igual que las otras actividades de inicio. El atleta eibarrés Odei Jainaga que ha participado en los últimos Juegos Olímpicos también se inició en el Club. Sin embargo, hay que aprovechar para dejar claro que su filosofía no es actuar con el objetivo de sacar deportistas de élite. La filosofía siempre ha sido proporcionar facilidades para participar en las actividades por gusto,  independientemente de los recursos. Si este camino conduce a alguien a la élite, desde el Club siempre se han dado facilidades para seguirlo. Para hablar del atletismo en nuestro entorno tenemos personas con esa filosofía y hay que citar a Marcial del Amo y a Ima Urkiola, personas trabajadoras que se pasaron la vida acompañando a los jóvenes atletas locales de un campeonato a otro y fomentando el atletismo, y todavía se nota en el equipo el cariño por este deporte transmitido por ellos.

Otro nombre propio obligado a mencionar en torno al atletismo es Luis Bolumburu.  La carrera que se celebra en homenaje al joven atleta fallecido a causa de la tuberculosis, se ha prolongado hasta nuestros días, celebrándose cada año en la campa de Olabe, a pesar de los numerosos cambios que ha sufrido en el camino. La primera edición se celebró el 24 de enero de 1944 por las calles de Eibar. Cuando han pasado 80 años desde esta primera edición, podemos decir que es uno de los pilares del atletismo eibarrés, reuniendo a los mejores atletas de cross de la zona.

Como decíamos al principio, aunque el nombre de la sociedad es Club Deportivo Eibar, a la hora de desarrollar su actividad va más allá del deporte y prueba de ello es la importancia que tiene en la actividad cultural. Aquí también ha tenido su recorrido en un siglo de historia. En Eibar todos conocemos las Euskal Jaiak que se celebran el último fin de semana de mayo y aunque mucha gente no lo sepa, el Club ha organizado estas fiestas desde la década de los 60 hasta la 59 edición de este año. Además, el grupo de danzas Kezka, tan conocido en la localidad, también nace del Club y forma parte de él, realizando una labor imprescindible para impulsar las danzas y la cultura vascas en nuestro pueblo. En el ámbito cultural no podemos olvidar tampoco al grupo de fotografía, que además de documentar la actividad del Club, muestran nuestro día a día  participando en diferentes exposiciones, campeonatos sociales…

Como se ha dicho anteriormente, su visión ha sido mucho más amplia que la deportiva desde el principio. Además de los coros citados en aquel 1924 y, desde los años 50,  el prometedor camino abierto con Juanito San Martín a la cabeza. Los principales exponentes han sido los boletines iniciales, la revista Kezka y el camino dado a las publicaciones de estos 100 años.

El primer número de la revista KEZKA se publicó en 1964 y en los últimos años se ha adaptado a los nuevos tiempos digitalizando sus publicaciones y mostrándolas  a través de la página web.   Nos han quedado en el archivo miles de palabras y artículos publicados en estas revistas de Kezka.  Sus artículos no se centraban sólo en el deporte, sino también en las preocupaciones y otros temas de la época. Prueba de ello son el «Eibar lehen eta orain» del número XII publicado en 1973 o el «Clima del Club» del número VI de 1967. En la primera se reflexiona sobre el uso del euskera y la juventud eibarresa, mientras que en la segunda Amaia Aseginolaza reflexiona sobre el papel que deberían jugar las mujeres dentro de él. A pesar de pasar más de medio siglo, como vemos, los nuevos socios siguen tratando y analizando los mismos temas de entonces.

Además, aunque muchos quizá no lo sepan, ha promocionado a lo largo de estos años la cultura, con sus propias publicaciones y organizando su propia biblioteca, con la clara intención de acercar la cultura a todas y todos.  Esta visión que ha tenido del mundo desde siempre indica que ha estado y sigue estando dispuesto al cambio sociológico tanto en el mundo como en Eibar.

Es importante que trata de construir sobre valores que van cambiando, creando colectivo con diferentes tipos de gente, ayudando y animando a la participación.  Paradójicamente  actúa  muchas veces en contra de los valores de nuestro siglo: en este mundo en el que manda el capital, tiene claro que la asociación trabaja para que el deporte y la cultura estén en manos de todos,  haciendo una labor apasionada y desinteresada.

Para llevar a cabo estas iniciativas ha ocupado espacios que han sido muy importantes para su actuación. No se puede entender al Club Deportivo sin su local, bar y despacho. Todos conocemos hoy el bar y las oficinas que se ubican en la calle Toribio Etxeberria 16, pero el Depor no siempre ha estado ahí,  ha pasado anteriormente por otros tres locales. El local actual tiene el bar allí mismo, pero las primeras reuniones se ubicaban en otros bares, como el local de María Angela que duró un año o la cafetería de la casa de los Elorza en Isasi. El local situado en el bar Tupi de la calle Calbetón fue especial para el Club, se celebró una fiesta de inauguración, y duró veinte años, entre 1932 y 1952.

La adquisición de la actual sede de Toribio Etxeberria supuso un gran  esfuerzo económico por lo que todas las comisiones acordaron reducir gastos porque el local costaba 350.000 pesetas.  Somos muchos los que hemos pasado por este bar que lleva tantos años.  Sus paredes han sido testigos de reuniones formales e informales para llevar a cabo las actividades del Club y de otras asociaciones, lo que ha ayudado a formar comunidad.

Como decíamos al principio, es imposible recopilar su historia en pocas páginas, así que aquí sólo se han expuesto unas pequeñas bases para entender lo que es hoy en día, pero esto no debe hacernos olvidar ni menospreciar todo lo demás.

No podemos olvidar los trabajos realizados por el equipo de espeleología para conocer las cuevas de Euskal Herria, los trabajos de organización de carreras, todas las salidas que permiten ir a esquiar a la nieve, el grupo que anima a los niños a jugar a pelota y otros cientos de actividades. Para conseguir esto ha sido imprescindible saber escuchar las propuestas e iniciativas de la ciudadanía y tener ganas de llevarlas a cabo, porque el motor del Club es Eibar y su ciudadanía.

Y además de hacer todo esto, por encima de todo lo importante es su capacidad de hacer pueblo a través del auzolan.  La fuerza del grupo o colectivo es imprescindible para que el trabajo que se lleva a cabo tenga resultados. Como hemos comentado anteriormente, cada vez es más difícil que en el mundo en el que vivimos salgan adelante espacios que se basan en el auzolan, y menos aún que lo hayan hecho en cien años. Un ejemplo de este trabajo son las fuentes instaladas en el monte, la limpieza de los caminos de montaña y sobre todo los esfuerzos que se realizan para poner en manos de toda la ciudadanía el deporte y todo lo que lo rodea de una manera sana. Son su carácter y objetivos de las pocas cosas que no han cambiado en el Club Deportivo Eibar, que nació del pueblo y hace su trabajo para el pueblo, que no es poco.  Sigue adelante y piensa seguir, animando las calles de Eibar, haciendo que la gente se relacione y ofreciendo diferentes opciones, es decir, construyendo  Eibar, porque se hace difícil entender  Eibar sin su Club Deportivo.

Txomin Osoro Gutiérrez